Tuesday, September 18, 2007

El Intermediario parte I

Nefas acababa de cumplir 50 años, los miró rápidamente y rió al darse cuenta que volteó hacia atrás, dando un giro a la cabeza, como si quisiera ver con sus ojos los años que pasaron. Los cerró y una gran emoción le embargó, su piel se puso de gallina, sus maxilares se empujaban uno contra el otro, los músculos de la cara tensos. Ah, como le agradaba ese sentimiento, era como flotar, soñar, y saber que todo pasó tal y como debió haber pasado.

-No se porque le pusieron a esto el nombre de éxtasis, pero es muy tarde para buscar el significado de tal concepto (pensó Nefas).

Allá no tendré computadora, ni televisor, ni cama, ni guardaropa, ni la empresa -aunque de ésta hace rato que me despedí definitivamente-, y no tiene nada de malo ser sincero conmigo mismo, tampoco tendré esposa, ni siquiera uno de mis tres hijos. Solo me tendré a mí y a la naturaleza, a mi búsqueda. Creo que tendré las manos más llenas que nunca.
Todo está listo, por fin, mañana a esta hora estaré llegando a Florshow, y de allí a la agradable aventura de 4 días caminando cuesta arriba por el bosque para llegar a Sicoveam. Imposible no haberse acordado de Juan, un lugareño de Florshow, además de su amigo y guía.

Se llevó el vaso a la boca con tanta rapidez que se le derramó el agua sobre la camisa de la pijama y la pantufla derecha, la sacudió con su mano y caminó hacia su habitación, en donde su esposa leía un libro recostada en la cama.

- ¿Que lees? -le preguntó a su esposa-
- Un artículo de Humprie Deempler.
- ¿Cuál es el meollo?
- Hacer rendir el dinero sin dejar de disfrutarlo
- Te voy a confesar algo, ¿sabias que hay algo de gran valor que no se agota?
- Si, la vida -respondió ella-
- Sabes que no me gusta contradecirte pero la vida si se agota, cuando te mueres, te mueres, y ya, será como antes de que nacieras, como antes de ser feto inclusive.
- Me cuesta trabajo imaginar eso.
- Es que no debes imaginar nada, debes no ser nada, ni eso siquiera. Cuando logres hacerlo sabrás lo que es la muerte.
- Lo sabré cuando me muera.
- Je je, hay mucha gente que anda por aquí y no sabe que está viva, me pregunto si les pasará lo mismo cuando mueran. Eso me recuerda que a la vida todavía le falta mucho por aprender. Pero ¿Qué te iba yo a decir?
.........(silencio)

Se acostó a un lado de su esposa mirando el techo de su habitación. No, la verdad es que no miraba el techo, miraba Sicoveam, imaginaba su cabaña sobre el monte Cume -como él lo había bautizado- construida tal y como él se lo pidió a Juan: Una sóla habitación de seis por cuatro metros, hecha en su totalidad de madera, sin más.
La pradera cuesta abajo tapizada de pasto invariablemente verde todo el año, en donde se asomaban las luces -como él había bautizado a aquellas flores amarillas-.
Más abajo a 100 metros de distancia sobre cualquier punto cardinal, aparecian formados extraordinarios árboles de tamaño -calculaba Nefas- aproximadamente 200 metros de alto.
Flotaba en el aire contemplando su paraíso desde el cielo, era un círculo de vida.
Nefas sentía que ese sitio era realmente él, y que su cuerpo era sólo una extensión que aquella zona natural había extendido para conocer a los hombres y el mundo que crearon lejos de ellos mismos y de su madre naturaleza..........

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